Cabello blanco
En el ámbito tricológico, con el paso del tiempo, después de un proceso de encanecimiento de la copa del cuero cabelludo (llamado canicie) se asiste a un emblanquecimiento del cabello. El cabello adquiere el color blanco (canas) después de un proceso biológico natural de envejecimiento de los melanocitos, que son las células encargadas de la coloración del cabello.
En la mayoría de las personas, los primeros cabellos blancos aparecen alrededor de los 35/40 años en las mujeres y a los 30/35 años en los hombres.
Únicamente cuando el proceso de encanecimiento inicia sobre los 20/25 años, se puede hablar de canicie precoz o cuando, aun empezando a la edad normal, se produce muy rápidamente. A muchas personas que después de un fuerte choque psicológico, sufren una pérdida de cabello, éste vuelve a nacer blanco. El estrés y la debilidad física suponen problemas capilares como el debilitamiento y menor resistencia. Algunas patologías, entre ellas la anemia perniciosa y algunos problemas de tiroides, inducen la canicie incluso en pacientes jóvenes.
La producción de pigmentos de melanina que aportan color a la corteza del cabello se produce dentro de los folículos pilosos; sobre todo, en la fase anágena. En esta fase, los gránulos de pigmento producidos por los melanocitos se expulsan a las células epidérmicas del bulbo. La eumelanina es la responsable de la gama de colores más oscuros que van desde el castaño claro hasta el negro oscuro, mientras que la feomelanina produce los colores más claros que van desde el rubio claro al pelirrojo oscuro. En el cabello de color oscuro, los gránulos de melanina son gruesos y compactos, mientras que en el cabello claro, son más pequeños y menos compactos. La capacidad del ser humano para producir pigmentos disminuye con la edad. Los hombres y mujeres, por lo general, llegan a tener el cabello entrecanoso alrededor de los 50 años de edad.
El completo encanecimiento es provocado por la cesión de actividad de los melanocitos de las unidades pilosas de los folículos. En la mayoría de personas, comienza al inicio del cuero cabelludo el efecto “entrecanoso”, caracterizado por la presencia de cabello pigmentado alternado con cabello no pigmentado.
La canicie es el resultado del bloqueo de la sintonización de la melanina con relativa despigmentación del cabello, que adquiere el color blanco. En la mayoría de individuos, las causas que provocan el emblanquecimiento del cabello son naturales, fisiológicas y genéticas. Por este motivo, no existen tratamientos que hagan recuperar el color perdido al cabello blanco. Existen una serie de remedios y trucos que ayudan a prevenir la canicie precoz y a atenuar el cabello blanco.
El humo, el alcohol y muchos fármacos favorecen el desarrollo de radicales libres que atacan y destruyen todas las células del organismo, entre ellas, los melanocitos.
Una dieta equilibrada, variada y pobre en grasas saturadas ayuda al cabello a permanecer sano, fuerte y brillante, prevenir su caída y retrasar o reducir el proceso de encanecimiento. Una alimentación rica en proteínas, vitaminas y minerales es fundamental para la salud del cabello. En particular, la cistina y la lisina, los dos aminoácidos esenciales (ya que nuestro organismo no consigue sintetizarlos o producirlos de forma autónoma) que componen la queratina dependen totalmente de la dieta alimenticia y; por tanto, son suministrados a través de los alimentos ingeridos. Una cantidad suficiente de carne, pescado o hígado es importante no sólo para reforzar el cabello, favoreciendo el crecimiento, sino también para mantener la actividad de melanocitos que producen los pigmentos colorados.
Entre las vitaminas más importantes para el cabello se encuentran: la vitamina A (yema de huevo, pescado graso, verduras de hojas verde e hígado) refuerza el cabello y el cuero cabelludo y lo protege de radicales libres, garantizando una correcta salud; la vitamina E (aceites vegetales y cereales integrales) reduce y combate los radicales libres; la vitamina B2 (huevo, lácteos, brócoli y judías) favorece la secreción sebácea y el recambio celular; la vitamina B4 (carne, cereales, patatas, yema de huevo y tomates) mejora la actividad de los folículos pilosos y, por último, la vitamina B5 (huevo, cacahuetes, champiñones, hígado y brócoli) contribuye a la robustez del tallo del cabello y acelera el crecimiento del cabello.
Igual de importantes son los minerales (oligoelementos) como el hierro (carne roja, espinacas y fruta) útil para aportar oxígeno a la piel y al cuero cabelludo y para la producción de los pigmentos que bloquean la aparición de cabellos blancos; el cobre (espinacas, crustáceos y patatas) colabora en la síntesis de la melanina que colora el cabello y previene la canicie; el magnesio (verduras y cacahuetes) facilita el desarrollo de enzimas que actúan tanto en la producción de melanina como en el crecimiento del cabello; el zinc (carne y pescado) ayuda en la actividad de las células madre germinales y en el crecimiento del cabello y, por último, el azufre (carnes blancas, hígado y jamón) reduce y mejora el cabello delicado y desfibrado.
Una mala dieta disminuye el diámetro del bulbo del cabello y su capacidad regenerativa, además de agilizar y favorecer la aparición y el nacimiento del cabello blanco y el proceso de encanecimiento. La conclusión es que una dieta correcta ayuda a conseguir una cabellera sana, densa y con color.