Caída del cabello en mujeres
La caída del cabello en mujeres es una forma común de alopecia no cicatricial, caracterizada por la pérdida progresiva del cabello en las regiones frontales y en la región del vértice, resultando una escasez visible. A diferencia de la alopecia androgenética masculina, la pérdida del cabello en las áreas afectadas normalmente es incompleta y la zona occipital no se ve afectada.
El esquema exacto de pérdida varía de una mujer a otra. En algunas pacientes, la zona más afectada es la frontal, con una progresiva escasez en la parte central del nacimiento del cabello, formando una parte triangular llamada árbol de Navidad.
En otros casos, existe una escasez central difundida en la que se conserva, en general, la línea frontal.
Más raro es el esquema que presenta, tanto una pérdida en el vértice como una recesión frontotemporal (más similar a la alopecia androgenética masculina).
Se han creado diferentes métodos para clasificar la pérdida del cabello en las mujeres. El más famoso es la escala de Ludwig. Otras escalas que se pueden utilizar son la de Sinclari y la de Svin.
Si, a nivel del cuero cabelludo, son evidentes los signos de inflamación, zonas cicatriciales o costras, se excluyen otros tipos de alopecia que podrían determinar el cuadro o asociarse a la pérdida del cabello en las mujeres.
En el pasado, el término “alopecia androgenética” fue el primer término utilizado para referirse tanto a la caída del cabello en hombres como en mujeres.
El término “andro” hace referencia al origen hormonal y “genética” hace referencia a la contribución de la herencia en la manifestación de la enfermedad.
Durante años, “caída del cabello en mujeres” se convirtió en el término preferido para describir este tipo de alopecia que afecta a las mujeres. Esta terminología diferente ayuda a distinguir las características de este proceso en relación a la alopecia androgenética masculina y redimensiona el papel desempeñado por las hormonas, no siempre tan fundamental como en el caso de los hombres.
Aunque la caída del cabello en las mujeres puede producirse en cualquier momento de su vida, en general, se produce después de la menopausia. La progresiva reducción del cabello en la región frontal y del vértice se debe a la reducción gradual del número de cabellos normales, tendiendo a cabellos cada vez más frágiles. Dicho proceso se denomina miniaturización folicular. Como parte de este proceso, la duración de la fase de crecimiento del cabello (anágena) se reduce cada vez más, pasando de una duración normal de varios años a pocos meses y semanas. El mecanismo de todo esto todavía no se ha comprendido completamente.
El papel crucial de los andrógenos y la predisposición genética ya están claros en relación a la alopecia androgenética masculina. Sin embargo, el grado en el que estos factores influyen en la caída del cabello en las mujeres es menos claro. La alopecia androgenética masculina es la consecuencia del efecto de la dihidrotestosterona (una potente hormona derivada de la testosterona) en los folículos. De hecho, ésta se une al receptor de los andrógenos en los folículos, causando una aumentada activación de los genes responsables de la transformación gradual del cabello normal en cabello miniaturizado. La pérdida, normalmente, no afecta al área occipital, reflejadas las diferentes sensibilidades de las zonas del cuero cabelludo en los andrógenos. Algunos autores tienen la teoría de que un mecanismo similar contribuye a la pérdida del cabello en mujeres. Esto es apoyado por el hecho de que las mujeres afectadas por desórdenes con hiperandrogenismo (por ejemplo, síndrome de ovarios micropoliquísticos, hipertecosis ovárica, tumores ováricos o subrenales que segregan andrógenos) pueden desarrollar una pérdida de cabello precoz.
Sin embargo, los niveles de andrógenos circulantes son normales en la mayoría de mujeres afectadas por la caída del cabello en mujeres; por tanto, este mecanismo no puede explicarse cómo única causa de este tipo de alopecia. Se cree que las mujeres con niveles normales de andrógenos circulantes tienen una mayor sensibilidad de los folículos a los andrógenos. Además, el hecho de que la caída del cabello en mujeres tenga mayor incidencia con el paso de los años, en la mayoría de los casos en la época menopáusica, sugiere que los estrógenos también desempeñan un papel. En relación al papel de la predisposición genética en la caída del cabello en mujeres, no existen claros esquemas de herencia familiar; diferentes genes parecen intervenir en la caída.
La caída del cabello en una mujer, a menudo, representa un motivo de estrés y de comportamientos psicosociales negativos. Las mujeres con alopecia tienen una percepción negativa de su imagen corporal, sentido de impotencia sobre la vida y una peor calidad de vida. Esto se agudiza si la pérdida se produce en chicas adolescentes que pueden tener problemas escolares, profesionales y en las relaciones interpersonales. La gravedad de estas sensaciones no siempre reflejan la gravedad real del cuadro de caída, sino que reflejan el grado de percepción del problema por parte de la paciente.
El diagnóstico de caída del cabello en mujeres es generalmente clínico. En algunos casos, puede ser necesaria una biopsia del cuero cabelludo si existen otros signos que puedan confundir con otros tipos de alopecia o si el cuadro no es típico. Las dosificaciones hormonales permiten excluir un hiperendrogenismo y otras concausas en la base del problema. También el historial clínico y el historial capilar es de ayuda en el diagnóstico.
Sin ninguna terapia, la caída del cabello en mujeres supone una escasez progresiva sin, en general, llegar a la calvicie completa. Antes de comenzar cualquier terapia, es necesario saber cuáles son las posibles opciones terapéuticas, la importancia de una adherencia constante y a largo plazo a la terapia, el largo periodo (diferentes meses) antes de poder apreciar resultados visibles y cuáles son los objetivos reales que la terapia puede conseguir. Antes de todo, la terapia se propone minimizar la ulterior pérdida de cabello e inducir el crecimiento de los folículos todavía vivos. La respuesta al tratamiento puede variar enormemente de un caso a otro.
El fármaco de primera línea y con las mejores muestras de eficacia es el minoxidil para uso tópico. Entre otras cosas, es un fármaco seguro. El minoxidil alarga la fase de crecimiento del cabello (anágena), reduce la fase terminal del cabello (telógena) e incrementa el diámetro del cabello miniaturizado. A veces, su uso debe interrumpirse por la sensibilización de la piel, el prurito.
Como terapias de segundo nivel, pueden utilizarse agentes orales que actúan como antiandrógenos. Estos se combinan con el minoxidil o se toman solos si no es posible continuar con el minoxidil. Se trata de finasterida, espironolactona, acetato de ciproterona y se utilizan en las mujeres con hiperandrogenismos o en aquellos que no responden al minoxidil.
Sin embargo, los datos sobre la eficacia de estos fármacos son limitados y no están bien contrastados.
En las mujeres en las que el cuadro empeora y no hay respuesta a los tratamientos, puede valorarse la opción quirúrgica del trasplante capilar de las áreas menos afectadas.
Otras posibles opciones terapéuticas son:
- La luz láser a bajos niveles (LLLT, por sus siglas en italiano).
- El latanoprost 0,1% para uso tópico, se trata de un fármaco que simula el efecto de las prostaglandinas.
- 17-alfa-estradiol para uso tópico, útil sobre todo durante la menopausia.